Genuino Madruga, así no se llama cualquiera. Con semejante nombre y apellido podríamos ser, por ejemplo, protagonistas de novela (siempre que fuera escrita por García Márquez), sin tener nada que envidiarle a Juvenal Urbino o Aureliano Buendía. La aventura en la que Genuino Madruga ha convertido su vida, sería el argumento perfecto para esa hipotética novela.
Las primeras olas que mojaron sus pies fueron las que venían a romper en la playa de Lajes do Pico, bajo la sombra del gigantesco volcán que corona su isla natal. Muchos años después, frente a la marina de Horta, Genuino Madruga había de recordar aquella tarde remota en que su padre decidió llevarlos a vivir a Faial. Aquella marina iba a marcar el destino de Genuino. Porque allí estaba, y sigue estando, el Café Sport (también conocido como Peter´s Café, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión), mítico local que, desde 1918, es lugar de encuentro inexcusable para navegantes de todo el mundo. Mientras escuchaba las venturas y desventuras de aquellos intrépidos marinos, Genuino no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera “algún día, lo haré yo”.
Y así fue; a punto de cumplir medio siglo de una vida cargada de batallas con el mar, con la piel curtida por sol y sal, como cualquier pescador azoreño, Genuino Madruga decidió emprender el mayor reto que un marino puede afrontar: circunvalar el mundo en solitario a bordo de una embarcación a vela. El barco, llamado “Hemingway” (como homenaje a la novela “El viejo y el mar”, libro de cabecera durante su juventud), de 11 metros de eslora y un mástil con dos velas, zarpó del puerto de Horta el 28 de octubre de 2000, con brújula y sextante como únicas ayudas para trazar el rumbo.
Casi dos años después (23 meses y 21 días exactamente), el “Hemingway” volvía a casa, tras haber hecho escala en Cabo Verde, Guadalupe, atravesar el canal de Panamá, Islas Galápagos, Islas Marquesas (para visitar la tumba de su gran amigo Jacques Brel), Samoa, Australia, Mauricio, Reunión, Sudáfrica, Santa Elena, Fortaleza y, de nuevo, Guadalupe para, al fin, llegar a Horta dejando atrás 26.760 millas navegadas. Genuino estaba satisfecho con su hazaña, pero no del todo. Se había marcado otro reto, otro sueño por cumplir.
En agosto de 2007, el “Hemingway” volvía a zarpar, con la misma intención de hace siete años, pero esta vez la ruta sería diferente; una ruta diseñada con un objetivo concreto, tan atractivo como peligroso: ser el único portugués en la historia capaz de circunvalar el mundo en solitario doblando el temido Cabo de Hornos. Y vaya que lo consiguió.
Genuino Madruga sigue viviendo en Horta, isla de Faial (Azores) y sigue siendo pescador. Según él, su vida no ha cambiado en absoluto. Ahora regenta un restaurante (que se llama “Genuino”, no podía ser de otra forma), en donde, a modo de pequeño museo, expone todos los recuerdos reunidos durante sus dos travesías. Si alguien le pregunta si está dispuesto a repetir por tercera vez su aventura, Genuino le responderá que no lo sabe; que si lo piensa no lo hará, pero que si no lo hace se arrepentirá. Lo que sí tiene muy claro es que, de hacerlo, será otra vez en solitario.
Información: www.portugal-tours.com