Chyulu Hills no tiene la fama de Masai Mara o Amboseli, pero es auténtico territorio Masai. Con la imponente silueta, siempre presente, del Kilimanjaro como telón de fondo, muchos han descrito las colinas Chyulu como la reserva natural más bella de Kenia y, por desconocida, también la menos saturada de turistas. Un escenario perfecto para hacer safaris o conocer las ancestrales costumbres de la tribu Masai. Hay que advertir que, para nuestra desgracia (¿y fortuna de los Masai?), la globalización también ha llegado hasta aquí; habría que adentrarse por caminos sin señalizar para poder encontrar algún poblado sin “contaminar”, con más lanzas que teléfonos móviles. Los Masai siguen siendo, pese a todo, el mismo pueblo de espíritu libre de antaño, al que no le gusta aferrarse a un lugar fijo para vivir. Son orgullosos y altivos, los “elegidos” por el dios Lengai entre todos los seres de la Tierra. Su nombre, Masai, significa “el que no quiere pedir”, toda una declaración de intenciones. A la hora de vestirse, para un masai, colores y abalorios nunca son suficientes. Hombres y mujeres cubren su cuerpo con coloridas mantas, se adornan con collares y pulseras de cuentas (que nos venderán gustosos en cualquier aldea que visitemos) y dilatan el lóbulo de sus orejas con enormes pendientes. Aparte de las mantas, el resto de su indumentaria se completa con unas sandalias con forma curvada, ya que están fabricadas con restos de neumáticos. No hay duda posible: si ves un masai, sabes que es masai.
Lo que más suele llamar la atención al llegar por primera vez a una manyatta (poblado) es la simbiosis entre humanos y ganado: la supervivencia de estas tribus depende (ingresos turísticos al margen) del tamaño y salud de sus rebaños, que les proporcionan los elementos básicos de su dieta: carne, leche y sangre. La manyatta la conforman unas pocas cabañas, distribuidas en círculo, rodeadas por una empalizada que protege al ganado; las cabañas, de forma cilíndrica, bajas de altura y tamaño reducido, son construidas exclusivamente por las mujeres con ramas y adobe (con mayor proporción de estiércol que de barro) y el fuego para cocinar siempre en su interior. La sociedad masai acepta la poligamia, incluso tolera la promiscuidad: cada hombre puede casarse con cuantas mujeres desee, mientras pueda mantenerlas; no está mal visto que las mujeres mantengan relaciones fuera del matrimonio, siempre que el marido esté informado y el “otro” no sea más joven que él. Por desgracia, este desmadre sexual tiene su contrapartida negativa ya que en muchas manyatta todavía se practica el deleznable ritual de la ablación, pese a estar prohibido por el gobierno.
Ol Donyo Lodge, rodeado por las Chyulu Hills, es el lugar perfecto para alojarse en este Parque Nacional: ofrece diez suites y seis villas, todas con piscina privada. Los terrenos del hotel son propiedad de una comunidad Masai, que ayudan en su mantenimiento. Organizan safaris a medida, sin horarios ni programaciones, que garantizan un encuentro más íntimo y personal con la sabana. Por las noches se tiene la oportunidad de vivir una experiencia única: dormir en la terraza privada de cada habitación en una “cama bajo las estrellas”, por supuesto protegida con mosquitera. Todas las habitaciones (abiertas, sin ventanas) permiten asistir en primera fila a espectaculares amaneceres adornados con manadas de elefantes en sus viajes migratorios hacia Tanzania.
Cuándo ir
De junio a septiembre y de noviembre a marzo son las mejores épocas para hacer un buen safari. La hierba está más corta y facilita ver animales.
Documentación y salud
Se necesita visado para entrar en Kenia. Se puede obtener en la Embajada de Kenia en España (C/Jorge Juan, 9 – Madrid) o en el aeropuerto de llegada.
No hay vacunas obligatorias para visitar Kenia. Se recomienda profilaxis contra la malaria si se viaja en época de lluvias.
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1 comment
preciosas fotos y texto genial!!!