Tailandia
de Bangkok a la costa de Andamán
Un consejo, por si estás pensando que Tailandia podría ser tu primer destino asiático: olvida los miedos, abandona tu rigidez occidental y adopta la flexibilidad del bambú; sólo así estarás en disposición de disfrutar del “país de la eterna sonrisa”. Seguramente, antes de tomar esta decisión, habrás leído opiniones de todos los gustos, muchas de ellas describiendo Bangkok, su capital, como una auténtica jungla urbana. No seré yo quien lo desmienta, pero créeme, es sólo cuestión de adaptación. En ningún caso, Bangkok podría ser usado como ejemplo de moderación; Bangkok es capaz de enamorar o hacer perder la compostura al viajero más curtido. Sabe de sus defectos y no los esconde: es inabarcable, caótica, ruidosa, asfixiante, canalla, frenética…pero a la vez es amable, segura, sensual, lujosa y, sin duda, la más divertida del planeta. Si eres urbanita, caerás rendido a sus pies, sin remedio. Quizás su verdadera magia resida precisamente en provocar sentimientos tan fuertes y contradictorios. Algo tendrá el vino cuando lo bendicen y algo tendrá Bangkok para haberse convertido en la ciudad más visitada del mundo con más de 20 millones de turistas al año. La clave, como he dicho antes, es saber adaptarse; firmar un armisticio decoroso, dejarnos engullir por la gran urbe y formar parte de su engranaje, de su ritmo trepidante. Sólo así se sobrevive a Bangkok; sólo así, aceptando sus miserias, descubrirás toda su magia y armonía.
No es necesario alejarse demasiado, apenas unos 30 kilómetros, para entender hasta qué punto Bangkok es puro contraste, blanco o negro. Koh Sarn Chao es una comunidad que lucha por mantener sus tradiciones tal como eran hace 500 años. Aquí no hay atascos, ni prisas, ruidos o contaminación. Viven entre canales, ramificaciones al oeste del gran río Chao Phraya, en un entorno natural aislado de la jungla de hormigón que se intuye a lo lejos; su ritmo de vida es pausado y sereno. Hive Sters organiza excursiones de un día, almuerzo incluido, para visitar esta comunidad y conocer su patrimonio cultural. Durante el recorrido, entre otras cosas, podemos descubrir el arte del Paeng Puang, la perfumería vintage tailandesa (guirnaldas de talco perfumado con las que decoran templos, hogares y el cabello de las mujeres) y la abuela Berm nos enseñará a preparar los deliciosos Khanom Kluay, pastelitos de plátano hervidos al vapor. Una auténtica delicia.
Los adictos al shopping corren el peligro de sufrir enajenación mental transitoria en Bangkok; toda la ciudad es un enorme mercado con horario continuo, una verdadera oda al consumismo. Por su gigantesco tamaño destaca el MBK Center (Phayathai Road, 444), el nirvana para los amantes del regateo, y el lujosísimo Siam Parangon (Rama 1 Road, 991) del que puedes salir perfectamente equipado con reloj Cartier en la muñeca, bolso Hermés, cámara Leica al cuello y morir ante la duda de si volver al hotel al volante de un Lamborghini o un Aston Martin. Al fin y al cabo, soñar sigue siendo gratis. ¿Que piensas que no has venido hasta Tailandia para meterte en un centro comercial y buscas algo mucho más auténtico? Bangkok te lo pone fácil con sus mercadillos. Imprescindible Chatuchak Market (Jatujak o simplemente JJ’s), abierto sólo los sábados, domingos y festivos de 9,00h a 18,00h. Está situado en la zona norte de la ciudad (en Metro, estación Kamphaeng Phet o Chatuchak Park; si prefieres el Skytrain, estación Mo Chit) y es el mercado más grande de Asia, con más de 15.000 puestos repartidos en 27 secciones numeradas. Aunque le dedicaras el fin de semana completo, sería imposible que lo pudieras ver en su totalidad. Aquí se vende de todo: ropa (nueva, usada y, por supuesto, imitaciones), flores, joyas, artesanía, muebles, antigüedades, animales vivos…pero en Chatuchak también puedes comer, darte un masaje o tomar una copa. Una sorpresa: Viva 8 (restaurante situado en el sector 8), donde el riojano Fernando Yusta prepara unas paellas gigantes con un toque Tai que enloquecen al personal.
¿Llega la noche y todavía no se ha aplacado tu fiebre compradora? Pues nos vamos de mercados nocturnos. Muy recomendable Asiatique, moderno y ordenado, muy al gusto occidental, situado en la orilla del Chao Phraya, el inmenso río que vertebra a Bangkok. Se llega a él desde el embarcadero situado a la salida de la estación de skytrain Saphan Taksin, desde donde, cada 15 minutos, salen los barcos gratuitos que llevan hasta el mercado. Recién estrenado, el Talad Neon Market (Phetchaburi Road, 23), muy manejable por su pequeño tamaño; es perfecto para probar comida tai auténtica o tomar una copa con música en directo. Si buscas una velada elegante y romántica, Vertigo&Moon Bar (21/100 South Sathon Road), uno de los mejores restaurantes de Bangkok situado en la terraza del hotel Banyan Tree, planta 61, con vistas 360º de la ciudad. Scarlett (Silom Road, 188), otra terraza imprescindible en lo alto del hotel Pullman G. Cerramos la noche con un cóctel en el original Maggie Choo’s (Silom Road, 320), diseñado por Ashley Sutton, que recrea el glamour de Shangai en los años 30.
Venir a Tailandia y no ver alguna de sus playas es un pecado que bien merece una dura penitencia. Porque aquí, cuando se habla de playa, es inevitable rematar con el título de paradisíaca. Khanom es una pequeña localidad pesquera, bañada por las aguas del Golfo de Tailandia; es uno de los últimos reductos vírgenes de Tailandia, muy alejado del concepto de turismo masificado de playas como Phuket o Krabi. Su secreto mejor guardado: el avistamiento de delfines rosas, una rara especie en peligro de extinción (apenas hay 2.000 ejemplares en todo el mundo), que adquieren esa curiosa tonalidad a fuerza de pegarse pantagruélicas mariscadas. KhanomTour organiza salidas en barco, siempre respetuosas con estos simpáticos animales. Para alojarnos, Aava Resort & Spa situado en la fantástica playa de Nadan.
Cambiamos de costa y nos vamos al Mar de Andamán. En Khao Lak ha vuelto la calma después de la gran tormenta; todo vuelve a estar en pie y en perfecto orden para recibir al viajero ávido de playas tranquilas y agua transparente. Khao Lak, además, es un enclave perfecto como punto de partida hacia las dos joyas de la zona: las islas Similan y la bahía de Phang Nga, con su icónica isla Ko Tapu mundialmente conocida como isla de James Bond después de haber sido escenario de la película “El hombre de la pistola de oro”.
Otra razón de peso para elegir Tailandia como destino vacacional es poder disfrutar de su abrumadora naturaleza. A unos 70 kilómetros de Khao Lak, en pleno Parque Nacional Khao Sok, podemos alojarnos en una de las 35 lujosas tiendas disponibles en el campamento Elephant Hills, perfectamente equipadas con cama, luz y baño con agua caliente. Por supuesto, aquí los grandes protagonistas son los paquidermos; por razones éticas, a los visitantes no les está permitido montar sobre ellos, pero a cambio, y siempre bajo la supervisión de los “mahout”, sus cuidadores, tendremos la oportunidad de darles de comer y participar en su baño diario. Existe la posibilidad de poder cambiar de escenario y alojarnos en el campo flotante (las mismas tiendas de lujo) situado sobre el lago Cheow Larn. Ver amanecer, rodeados de selva tropical, mientras surcamos en kayak el agua esmeralda es una experiencia imposible de olvidar.
Más información: www.turismotailandes.com